El relato de la Reserva Costa de las Focas es sin duda el de una gran aventura épica plagada de héroes, paisajes exóticos, esquivas protagonistas, tragedias, veinte años de arduo trabajo y grandes momentos para la historia.
Hubo un tiempo en el que las focas monje del Mediterráneo poblaban todo el Mare Nostrum. Pero en el S.XV, exploradores portugueses descubrieron playas atestadas de focas en la costa Atlántica de África. Entonces, comenzaron a ser cazadas por su piel y su grasa. Fueron perseguidas sin descanso durante más de cinco siglos y diezmadas hasta el borde de la extinción.
En 1923, el naturalista y explorador francés Théodore Monod se aventura a buscar focas monje en la costa del Sáhara. Llega a ver alguna foca en el agua, pero ningún lugar de cría, ninguna colonia, ni siquiera un grupo de focas… más de dos décadas más tarde, el biólogo y entomólogo español Eugenio Morales Agacino recorre el Sahara español en las Navidades de 1945. Por casualidad, se topa con la colonia de focas monje de Mauritania en Las Cuevecillas. Morales Agacino llegó a contar unos veinte ejemplares de foca. Las fotografío en las cuevas que describió como “grandes capillas catedralinas”. La revista Mammalia publicó sus fotos en 1950 con gran repercusión en el ámbito científico y académico.
“Tal vez nuestro compañero más encantador y fascinante en el mar ha sido la foca”
Jacques cousteau
Unos años más tarde ( en 1948), el famoso oceanógrafo y divulgador Jacques-Yves Cousteau y su equipo viajan a Cabo Blanco en su barco Élie Monnier, precursor del mítico Calipso. Les acompañaba un camarógrafo e excepción, Louis Malle. Ellos fueron los primeros en filmar a las focas monje del Mediterráneo.
En ese viaje, Cousteau descubrió dos lugares en los que había ejemplares de focas monje: La Galita (Túnez) y la Península de Cabo Blanco (Mauritania). “Tal vez nuestro compañero más encantador y fascinante en el mar ha sido la foca”, dijo Cousteau. Las imágenes que rodaron dieron la vuelta al mundo en su histórica película, ‘El Mundo del silencio’. Otra pequeña joya es esta peliculita en blanco y negro, constancia de aquel viaje.
Los años oscuros
Aunque aún no se sabía que la de Cabo Blanco era la mayor colonia de foca monje del Mediterráneo que quedaba en el planeta, durante más de treinta años se enfrentó a su desaparición. Con la Guerra del Sáhara Occidental (1975-1991) como telón de fondo, la oscura incertidumbre sobre las posibilidades de la especie de sobrevivir lo tiñó todo.
Corría 1984 cuando, aún en medio del conflicto, el naturalista francés Didier Marchessaux -uno de los mayores expertos mundiales en focas- y su equipo se embarcan en el primer estudio importante sobre la población de foca monje de Cabo Blanco. Cuatro años más tarde, Marchessaux y sus compañeros Alain Argiolas, Gerard Vuignier y Ely Ould Elemine mueren trágicamente al estallar una mina anticarro bajo su vehículo en la frontera entre Mauritania y el Sahara marroquí. Sus nombres siguen sonando cada día en el rugir de las olas y el viento junto al lugar que lleva su nombre, el “Arco de Marchessaux”. El cámara submarino Rafa Herrero Massieu (Aquawork) les rinde homenaje en este vídeo, porque no les olvidamos.
Investigadores españoles retoman el estudio de la colonia
Un equipo de investigadores españoles, liderados por Luis Mariano González (actual efe del Área de Acciones de Conservación de la Subdirección General de Biodiversidad Terrestre y Marina del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico), retoma en 1993 los estudios en la colonia de Cabo Blanco.
Su ‘Plan de Acción para la Recuperación de la Foca Monje del Mediterráneo’ (1999) es el trabajo de un gran equipo de expertos españoles, marroquíes y portugueses que ha marcado las líneas de conservación en las colonias de Cabo Blanco, las islas Desertas (cerca de Madeira) y otras colonias de foca monje en el mundo.
1997: el año del alga tóxica
En tan solo dos meses, un alga tóxica provoca un evento de mortandad masiva que diezma la colonia. Más de cien focas adultas aparecen muertas en las playas de la península de Cabo Blanco. Se calcula que entre el 60% y el 70% de los 310 animales censados murieron en esta catástrofe, unas 109 focas, en su mayoría jóvenes. 1997 fue el año que estuvo a punto de marcar el fin de la historia de la foca monje del Mediterráneo: las esperanzas de recuperación de la especie a nivel mundial se desvanecieron…
Los pescadores artensanales mauritanos han sido pieza clave en el proyecto de conservación de la colonia.
Una año después nace la Fundación para la Conservación de la Biodiversidad y su Hábitat (CBD-Hábitat) para dedicar sus esfuerzos a la conservación de los ecosistemas y las especies que los habitan.
Tras la tragedia del 97, el Ministerio de Medio Ambiente español había propuesto al consejo científico del Convenio de Bonn (Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias CMS) elaborar un plan internacional para conservar la colonia de foca monje de Cabo Blanco. La primera reunión del ‘Plan de Acción para la Recuperación de la Foca Monje en el Atlántico Oriental’ se celebró en Las Palmas de Gran Canaria en el año 2000. Representantes de Marruecos, Mauritania, Portugal y España inician juntos el camino de recuperación de la colonia.
Se crea la Reserva ‘Costa de las Focas’
En el año 2001, tras la confección del Plan de Acción y junto a la ONG local Annajah, creamos en Cabo Blanco (Mauritania) la Reserva Costa de las Focas. Contamos con la participación de las autoridades locales y regionales. Grandes protagonistas de esta historia han sido también los pescadores artesanales de la zona, con quienes hemos colaborado en línea con nuestra filosofía de trabajo.
Nuestros proyectos de conservación tienen en cuenta a los actores claves de conservación de las especies y de los hábitats donde trabajamos. En este caso, los pescadores artesanales eran una de las piezas clave en la conservación de la colonia. Mejorando su formación, sus condiciones de trabajo y sus herramientas, juntos hemos evitado el uso de las peligrosas redes caladas y las molestias en torno a la colonia.
También hemos extendido la educación medioambiental en las escuelas de la cercana ciudad de Nouadhibou: cerca de 3.000 escolares de la zona han pasado ya por el Centro de Visitantes en la Reserva Costa de las Focas para aprender sobre la riqueza de su entorno natural y la importancia de su conservación. La reserva Costa de las Focas protege unos 6 kilómetros de litoral alrededor de las cuevas donde viven y crían las focas.
Mava Foundation y la reserva Costa de las Focas
El 19 de noviembre de 2003, Luc Hoffman visitó la reserva Costa de las Focas. Desde entonces, el programa de conservación de la foca monje del Mediterráneo tuvo la enorme suerte contar con el apoyo de uno de los mayores filántropos de nuestro tiempo y de su fundación, MAVA Foundation, que se unieron con entusiasmo a nuestra aventura para salvar a la especie de su extinción. Sin su ayuda, jamás hubiésemos llegado hasta aquí.
A finales de septiembre de 2009 nació Sofía, la primera cría de foca monje del Mediterráneo nacida en un playa en siglos
Y es que tras 20 años de esfuerzo, la población de foca monje en Cabo Blanco se encuentra en un esperanzador camino de recuperación. El número de crías que nacen en la colonia aumenta año tras año desde 2006, habiéndose incrementado en más del 200% desde el inicio de nuestro trabajo.
Además, las focas están recuperando las playas a cielo abierto como lugares para descansar y reproducirse. El tamaño de estimado de la colonia es de 330 individuos en datos de 2021, un 33% más desde que iniciamos esta emocionante aventura.
El gran reto por delante
Nos encontramos ante una esperanzadora senda de recuperación, pero con numerosas amenazas aún presentes. Por eso, nuestro principal reto para los próximos años es comenzar a crear una red de nuevas poblaciones en el Atlántico. A la vez, debemos seguir protegiendo e impulsando la recuperación de la colonia de Cabo Blanco.
Estas nuevas colonias asegurarían la continuidad de la especie en caso de una nueva catástrofe en Mauritania. Aunque se siguen dando decididos pasos con este objetivo, la creación de nuevas colonias es una tarea muy compleja y delicada. Y por supuesto, implica un gran número de recursos: personas, entidades privadas, instituciones públicas y fondos.
En estos más de veinte años, nuestro equipo -formado por ingenieros de montes, naturalistas, biólogos y licenciados en ciencias ambientales o del mar- ha desarrollado cientos de proyectos dentro y fuera de nuestras fronteras. Muchos de ellos han tenido como protagonista indiscutible a la foca monje del Mediterráneo. En tiempo, hemos tenido la enorme suerte de inspirarnos en extraordinarios conservacionistas que vinieron antes que nosotros. También hemos tenido la gran fortuna de trabajar codo a codo con personas y entidades extraordinarias que se han sumado a esta épica aventura para sacar a la especie de la extinción. Nos enorgullece también haber desarrollado metodologías y tecnologías que han sido ampliamente usadas después por otros muchos equipos de conservación en todo el glogo. Gracias a todos y todas: nos esperan otros veinte años igual de emocionantes.
Y tú, ¿te sumas al reto?